El Rosario Misionero, es una forma de oración que toma como base al Rosario tradicional, en la cual, por intercesión de María, se pide al Padre por las intenciones y necesidades de todo el mundo.
Lo ha pensado y organizado a mediados del siglo XX el obispo norteamericano, Monseñor Fulton Sheen, con el fin de sugerir y brindar un medio muy práctico de orar por las misiones y misioneros. El Papa Juan XXIII rezaba el Rosario Misionero todos los días por el mundo entero, dedicando una decena a cada continente: «Como papa debo orar por la humanidad entera y lo hago al rezar el Santo Rosario Misionero: la primera decena por África, la segunda por América, la tercera por Europa, la cuarta por Oceanía y la quinta por Asia».
Desde las Obras Misionales Pontificias promovemos el santo Rosario misionero siguiendo el genio espiritual de la Beata Paulina María Jaricot que ha ido más allá de la fundación de la Obra Misional de la Propagación de la Fe. Ella sabía que la oración es el fundamento de la misión de la Iglesia y estaba decidida a hacer que el rezo del Rosario se conociera y se practicara por el mayor número de personas posibles para sostener la proclamación del Evangelio en los territorios de misión. De allí que, el «Rosario misionero» es una manera concreta para cumplir con ese deber.
«El Rosario Misionero: la decena blanca es por la vieja Europa, para que sea capaz de recuperar la fuerza evangelizadora que ha engendrado tantas iglesias; la decena amarilla es por Asia, que rebosa de vida y de juventud; la decena verde es por África, probada por el sufrimiento, pero disponible al anuncio; la decena roja es por América, promesa de nuevas fuerzas misioneras; la decena azul es por el continente de Oceanía, que espera una difusión más profunda del Evangelio” ( Carta de San Juan Pablo II a la Infancia Misionera)