Primer Congreso Nacional del Enfermo y Anciano Misionero «Hermano, eres tesoro para la misión»

En el marco de este Año Jubilar, la Diócesis de Abancay se llena de alegría y esperanza para acoger el I Congreso Nacional del Enfermo y Anciano Misionero «Hermano, eres tesoro para la misión», que se llevará a cabo en el ‘Valle de la eterna primera’ del 24 al 26 de octubre de este año.

La convocatoria fue anunciada por Monseñor. Gilberto Gómez González, Obispo de Abancay, durante la Solemnidad de Nuestra Señora de Lourdes y la Jornada Mundial del Enfermo. “Las Obras Misionales Pontificias nos han encomendado la hermosa tarea de ser la sede de este encuentro, y con el corazón lleno de ilusión nos preparamos para recibir a todos aquellos que, con su vida, reflejan la luz de Cristo en el mundo”, expresó.

De este modo, invita a todos los enfermos y ancianos, tesoros de la Iglesia, a ser protagonistas de esta misión. “Sus oraciones, sus sufrimientos, sus fatigas, son un faro de esperanza que ilumina el camino de la Iglesia.  Siguiendo las palabras del Papa Francisco, ustedes son ‘Misioneros y Constructores de Esperanza, siguiendo las huellas de Cristo’, llevando la luz de Cristo a cada rincón del mundo”, agregó.

Asimismo, Mons. Gómez pidió a los fieles que lo acompañen con sus oraciones y sacrificios, para que este encuentro nos ayude a crecer, a organizadores y participantes, en el espíritu misionero, a ser más solidarios y a construir un mundo más justo y fraterno.

También, convocó a todos los creyentes y personas de buena voluntad, a todos los que trabajan en el campo de la salud, y a todos aquellos ligados a la pastoral de la salud de todas las jurisdicciones eclesiásticas del Perú.

“Con mi bendición, caminemos juntos hacia el próximo Congreso, unidos en la esperanza y en la misión de llevar la luz de Cristo al mundo”, finalizó.

TEXTO BASE DEL CONGRESO

El Espíritu Santo alienta nuevamente a la Iglesia que peregrina en la Diócesis de Abancay al I C0NGRESO NACIONAL DE UNION DE ENFERMOS Y ANCIANOS
MISIONEROS (=ICNAUEAM), como ocasión propicia para descubrir el valor y sentido del sufrimiento y así unirnos a Cristo sufriente en la cruz. Contemplando a
Cristo crucificado renovamos nuestra cooperación por la salvación del mundo, siendo “peregrinos de la esperanza” en este Año Jubilar 2025.


En este Jubileo Ordinario nos dice el Papa Francisco: “Será un Año Santo caracterizado por la esperanza que nunca se extingue. Una esperanza que se
dirige a la vida personal de cada creyente, pero también a la sociedad en su conjunto, a las relaciones interpersonales y a la promoción de la dignidad de cada
persona”. Y en nuestra Diócesis queremos hacer presente los gestos de Jesús hacia los enfermos y ancianos.


En el Evangelio Cristo nos dejó claro: “El que no lleva su cruz y mi sigue, no puede ser mi discípulo” (Lc 14, 27). Somos esos discípulos misioneros, que seguimos las
huellas del Cristo sufriente, testigos de los sufrimientos de nuestros hermanos en la fe que con admirable amor se unen a la Pasión de Cristo y, con la oración y
juntamente con en el tesoro del dolor ofrecido cooperan en la salvación de los hombres.


Queremos educarnos para la noche del dolor a la luz de Cristo crucificado para fomentar la auténtica cultura de la cruz y de la vida, que valora a los ancianos, sus limitaciones y sus enfermedades, a fin de “abrazar la cruz de Cristo” en nuestra vida diaria. Para ello hemos seleccionado textos sacados de internet que
requieren adaptar a las circunstancias formativas de las personas.


El tema central del Texto Base es cómo afrontar cristianamente el sufrimiento, teniendo mucha paciencia ante las pruebas. Una catequesis basada en
profundizar en el sentido de la vida y en el valor del sufrimiento. Al mismo tiempo mostrar la esperanza cristiana del nuevo mundo que nos espera, es decir,
profundizar también en las verdades eternas (la muerte, el cielo y purgatorio, el juicio e infierno).


Presentamos este Documento de Reflexión como herramienta de trabajo para todos los bautizados y no bautizados para fortalecer el sentido de su vida y puedan
renovarse en su unión con Cristo, único salvador de los hombres.