Dejen que los niños vengan a mí, y no se lo impidan,
porque el reino de los cielos es de quienes son como ellos (San Marcos 10:14)
Historia
A mediados del siglo XIX, un obispo francés, Monseñor Charles de Forbin–Janson”, quedó muy impresionado por las noticias que llegaban de China sobre los niños que morían sin haber recibido el bautismo.
Apesadumbrado por no poder partir personalmente como misionero, pidió consejo a Pauline Jaricot, fundadora de la Pontifica Obra de la Propagación de la Fe. El intercambio de ideas entre los dos fue esclarecedor, y Monseñor de Forbin–Janson concibió la idea de implicar a los niños de Francia de manera que éstos, tramite la oración y la colaboración material, pudieran ayudar a los niños chinos de su misma edad.
“Un Ave María al día, una monedita cada mes” este fue el compromiso de cada niño desde el primer momento.
Era el 19 de mayo de 1843, y con esta iniciativa se echó la semilla de la que surgiría la Obra. Años después se creó el lema “los niños ayudan a los niños”, que sintetiza muy bien la intuición del fundador y el carisma de la Obra.
En poco tiempo muchos países de unieron a la iniciativa, y la Obra, desde Francia, se extendió a Bélgica, España, Italia y en otras muchas naciones.
El 3 de mayo de 1922 el Papa Pío XI, consciente de la gran contribución que en unos 80 años la Obra había dado a las misiones, la hizo suya, reconociéndola como Pontificia.
El 4 de diciembre de 1950, el Papa Pío XII instituyó la Jornada Mundial de la Santa Infancia, declarando como fecha de celebración el día de la Epifanía, pero dando libertad a cada nación de adaptar la fecha a las exigencias locales.
La espiritualidad de la Santa Infancia
El Fundador no tuvo el tiempo de elaborar un contenido teológico para su Obra. La llamó Santa Infancia porque deseaba que el camino misionero de los niños siguiera las huellas de Jesús, hecho Niño.
La Asociación se organiza en grupos de doce miembros para honrar los 12 años de la Infancia del Salvador. En la intención del Fundador, los grupos de doce niños debían cubrir los años de la Infancia y de la niñez de Jesús,
- imitar su simplicidad,
- su silencio,
- su alegría,
- la disponibilidad absoluta,
- la confianza a Su Madre,
- la docilidad hacia el Padre Putativo
- y, sobre todo, el deseo de ocuparse de las cosas del Padre.
Según el carisma de la Santa Infancia, el camino formativo debe dar a los niños una conciencia nueva.
El compromiso misionero nace, pues, del bautismo, y no se refiere sólo a los adultos. Los niños, mientras son niños, son misioneros con la oración y el sacrificio, en espera de llegar a serlo a pleno título con el don de la propia vida cuando sean adultos.
Misión
Hoy la Pontificia Obra de la Santa Infancia se encuentra en más de 130 países y el lema se ha enriquecido: los niños rezan por los niños, los niños evangelizan a los niños, los niños ayudan a los niños de todo el mundo.
Aún hoy la Obra se propone ayudar a los niños a desarrollar un espíritu y un protagonismo misionero que los motive a compartir la fe y los medios materiales, especialmente con los niños más necesitados, y promueve, incentiva y apoya las vocaciones misioneras ad gentes. Es un instrumento de crecimiento en la fe, incluso en una prospectiva vocacional.
La POSI tiende a provocar una participación personal y comunitaria de los niños para:
- Estimular el dinamismo de apertura y de apostolado latente en ellos
- Apoyar y provocar un empeño que los haga sentirse parte de una familia en donde cada uno es importante y todos se ayudan.
Este es el desafío pedagógico actual: abrir el corazón a la universalidad.
¿Qué hacen exactamente los niños y los adolescentes misioneros para contribuir a la salvación de los niños de su misma edad?
La oración, el sacrificio y la ofrenda son las tres palabras claves de cada Obra Misiónale Pontificia.
La oración: los niños de la Infancia Misionera rezan todos los días por los otros niños y por la difusión del mensaje evangélico.
La colecta: es el fruto de los sacrificios de los niños misioneros y de todos aquellos que quieren dar un futuro mejor a los niños del mundo. Estos “dones” se recogen en las diferentes Direcciones Nacionales presentes en los países respectivos, y son enviados al Fondo Universal de Solidaridad de la Infancia Misionera para que sean redistribuidos a millones de niños necesitados en todos los rincones de la tierra. Gracias a estas ayudas, muchísimos niños pueden conocer a su Jesús y el evangelio, pueden comer, estudiar, tener un techo bajo el cual dormir, curarse.
El testimonio misionero: con su comportamiento y con su mensaje, los niños misioneros son testigos y ejemplo de vida para los niños de su edad y para toda la comunidad.
La Pontificia Obra de la Infancia Misionera favorece una educación humana y cristiana, ofreciendo un espacio para la recreación y el compartir, fundado en los valores del Evangelio por medio de actividades de catequesis, formación, oración, visita a los más pobres y enfermos. Ofrece un modo de acercarse positivo y fraterno a la luz de la fe cristiana hacia el otro, para suscitar cercanía de corazón y de oración, conocimiento y colaboración, ayuda recíproca entre los niños del mundo. La educación misionera de los niños pasa de la sensibilización al conocimiento para llegar a la espiritualidad y a la voluntad en modo de provocar, a largo plazo, un cambio en el estilo de vida y de las relaciones con Dios y con el próximo.
La Infancia Misionera tiene una propia organización en la comunidad local, pero siempre con una proyección universal. Es un fermento al servicio de la pastoral misionera. Esta Obra se integra en la pastoral diocesana y parroquial, en sus estructuras y en sus órganos, integrando sus programas y sus servicios. Se integra, en modo especial, en la catequesis diocesana y parroquial, en la educación escolar, en las actividades de pastoral misionera y en los otros servicios pastorales que se refieren a los niños.
El apoyo que una diócesis /parroquia puede dar a la obra de la I.M. se realiza a través de los sensibilización de los niños para que sean testigos del amor de Dios hacia todos, iniciando desde el ambiente que nos circunda, y a pensar en los demás niños que viven en cada parte del mundo y a rezar por ellos.
El sueño de las Infancia y Adolescencia Misionera
“Dejen que los niños vengan a mí, y no se lo impidan, porque el reino de Dios es de quienes son como niños” (Mc. 13 – 16); con estas palabras Jesús acogía y les daba la misión de ser signos del reino de Dios. La Obra de la Santa Infancia o Infancia y Adolescencia Misionera acoge y hace posible que los niños se acerquen a Jesús y sean discípulos misioneros, pues, son signo de la presencia de Dios. Los pequeños misioneros presentan el amor de Jesús a todos los niños para que todos ellos se acerquen a Él; el primer paso pasa realizar este sueño está en la familia, pues son los padres de las familias creyentes responsables de la formación cristiana de sus hijos, ellos riegan la semilla de la misión que hay en sus hijos desde el bautismo.
ACTUAL SECRETARIO NACIONAL DE LA IAM PERU
SERGIO JAVIER CANO ROCA
WHATSAPP: 952 341 947