Natividad del Señor: Adorar al Niño Jesús en las personas que sufren
Unidos a todas las naciones del mundo, nuestra Arquidiócesis celebró la Solemnidad de la Natividad del Señor con una Eucaristía presidida por Monseñor Carlos Castillo en Catedral de Lima. El Prelado recordó la importancia de estar atentos a la presencia de Dios que se manifiesta y desarrolla en la historia. Él nos llama a salir permantemente y encontrarlo en el rostro de los indenfensos. «Dios quiso hacerse pobre y sencillo, y ese es el punto de partida de nuestra fe», dijo en su homilía.
Comentando el Evangelio de Juan (1,1-18), el arzobispo de Lima explicó que Dios ha nacido entre los últimos de la tierra para recordarnos su opción preferencial por los más pobres y frágiles. Y su amor no se condiciona, Él nos deja vivir en libertad, y así nosotros no lo amemos, el Señor no nos retira su amor. En ello consiste la novedad de la fe cristiana: Dios ama gratuitamente.
«Una vida verdaderamente religiosa es un aprendizaje a vivir el don de la vida que Dios nos ha dado para compartirlo, para comprenderlo, para adorar a Dios a través de reconocer el bien de las personas y alentarnos unos a otros a vivir en felicidad», sostuvo el Monseñor.
Es por eso que todos estamos llamados a comunicar esta revelación de nuestra fe y evangalizar a través del testimonio de nuestra vida y conversión. «Nuestra religión es una religión encarnada en la historia, porque Dios nos inspira con su Palabra y su Espíritu en medio de los acontecimientos, y va conduciendo la historia misteriosamente», reflexionó el Prelado.
Hay que rastrear la presencia de Dios. Para eso, el Señor ha elegido mandar a su Hijo en la forma de un niño, porque la llegada de un niño siempre nos interpela profundamente a salir de uno mismo
El obispo de Lima aseguró que los signos del amor del Señor se hacen visibles en el modo que decidió venir al mundo: en el anonimato, en un establo repleto de animales, entre los más pobres y sencillos. «Este es el punto de partida de nuestra fe: Dios quiso hacerse niño y pobre», destacó.
Nuestra Iglesia está para predicar la solidaridad, la cercanía y la alegría de los pobres, porque de los sueños de las personas que sufren, brota un futuro de esperanza.
En medio de la dura crisis que se vive en el mundo y en nuestro país, en medio de una recesión económica y el descontrol de la guerra, el Primado del Perú recordó que necesitamos del concurso de todos para frenar la muerte de tantos inocentes y escuchar el clamor de las periferias: «Tenemos que pedirle a nuestras autoridades y a las personas que tienen recursos, que compartan», exhortó.
En esta Navidad, superemos los egoísmos que nos vuelven «cerrados» y abrámonos a la novedad que nos trae el Niño Jesús, al que podemos adorar en las personas que sufren.
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