Con los pobres y los jóvenes: Primeros pasos del Cardenal Carlos Castillo en Perú

Con los pobres y los jóvenes: Primeros pasos del Cardenal Carlos Castillo en Perú

En su arribo a nuestro país, el Cardenal Carlos Castillo visitó a los jóvenes universitarios y a las comunidades parroquiales de las periferias, entre ellas, a la querida comunidad de San Lázaro, donde compartió el almuerzo con los pobres en el día de Navidad. Menos protocolos y más servicio, menos reconocimientos y más acompañamiento; es el mensaje que, a través de sus primeros gestos como cardenal, nuestro arzobispo de Lima dirige a la gran Iglesia peruana.

Escribe: Juan José Dioses

Apenas pisó suelo peruano, el Cardenal Carlos Castillo se dirigió a la Pontificia Universidad Católica del Perú para celebrar, junto a la comunidad universitaria y los jóvenes estudiantes, el cierre del año académico. Sus primeras palabras fueron un fuerte llamado a la reflexión crítica y la comprensión de los problemas que hay en el mundo: «Nuestra tarea, como cristianos, es comprender. Dios comprende y tiene paciencia suficiente para entregar a su Hijo, que no se bajó de la Cruz para recordarnos que el fundamento de la existencia es el amor gratuito, la amistad, el conversar y participar conjuntamente», señaló.

Jesús fue grande porque siempre quiso ser pequeño

Cardenal Castillo preside la misa por el cierre del año académico en PUCP.

«Abajarse» y «servir», son las dos palabras más frecuentes en las visitas pastorales del Cardenal Carlos Castillo. Por eso, en reiteradas ocasiones, ha hecho eco a las palabras que el Papa Francisco dirigió a los nuevos cardenales: mirar alto, con las manos juntas y los pies descalzos. «Y que el título de ‘servidor’ (diácono), opaque cada vez más al de ‘eminencia’…»

Jóvenes de la comunidad PUCP en misa oficiada por Cardenal Castillo.

Lo dijo también mientras impartía el Sacramento de la Confirmación a una treintena de jóvenes de la Parroquia Nuestra Señora de los Desamparados y San José, en el distrito de Breña. El Primado del Perú escuchó los testimonios de los confirmandos, entre ellos, el de Fabiano Salaverry, quien afirmó: «la Confirmación es un regalo que he recibido este año y no sabía que la necesitaba. Quiero seguir aprendiendo más sobre el camino que Dios tiene preparado para mi», afirmó.

Conmovido por las palabras de aquel muchacho, el arzobispo limeño afirmó que la Parroquia de los ‘desamparados’ es «una comunidad viva que comparte la fe y ha sabido encontrar el amparo, llenando de sensibilidad la vida de nuestros barrios y jóvenes para comunicar el Espíritu Santo».

El consuelo y el amparo solamente se dan cuando tocamos la carne del Otro, los problemas del Otro. No hay como mirarnos a los ojos, acompañarnos, comunicar lo más profundo que vivimos, la alegría que Dios nos ha dado

Jóvenes confirmandos de la Parroquia Nuestra Señor de los Desamparados, Breña.

Después de celebrar la misa del IV domingo de Adviento en Catedral de Lima, Monseñor Castillo partió a Flor de Amancaes, en el Rímac, para compartir la fiesta navideña con cientos de niños de la Parroquia San Juan Bautista. La sorpresa y emoción que suscitó la llegada del cardenal se refleja en las palabras de María Nilda, laica de la comunidad parroquial: «No sé quién era más feliz, si los niños o el cardenal… su rostro lo decía todo. Es una persona llena de amor y humildad digna de copiar. La emoción y la tranquilidad que me dio estrechar sus manos, ese abrazo tan consolador y un susurro que me dijo: «¡hermosa!»… nunca lo voy a olvidar».

Niños de Flor de Amancaes se preparan para recibir al Cardenal Castillo.

Ante la multitud de niños y jóvenes voluntarios de la parroquia, el Prelado dijo: «Les traigo un saludo del Papa Francisco para todos. Él recuerda mucho a los peruanos, especialmente, a los niños peruanos. Y les manda un fuerte abrazo». Sus palabras despertaron un efusivo aplauso. Posterior a ello, se compartió la tradicional chocolatada navideña. Algunos afortunados, ganaron la rifa organizada por la comunidad parroquial. El premio principal: una bicicleta.

Un niño afortunado recibe el premio de la rifa navideña.

Y si de pedalear en bicicleta hablamos, Monseñor Castillo atesora gratos recuerdos y rutas. Su paso como sacerdote por las parroquias de nuestra ciudad estuvo muy marcado por el transporte de dos ruedas. Fue así como llegó a San Lázaro, hace 14 años, y la comunidad se lo ha querido recordar durante la misa comunitaria que presidió el último fin de semana: «Cómo no recordar aquel año 2010, cuando nuestro cardenal vino a esta parroquia en una bicicletita. Queremos entregarle una réplica de esa bicicletita, cardenal, a nombre de toda la comunidad San Lázaro», expresó una de las agentes pastorales.

Réplica de la bicicleta con la que llegó el Cardenal Castillo a la Parroquia San Lázaro.

En tanto, los jóvenes de la pastoral juvenil también le dedicaron unas emotivas palabras: «Su apoyo fue fundamental para que pudiéramos encontrar nuestro lugar en la Iglesia. Nos enseñó que los jóvenes somos la esperanza y nos animó a llevar la Palabra de Dios como misioneros, con fe y con libertad, expresándonos con la música y la danza», manifestaron.

Evidentemente emocionado por los gestos de amistad, Monseñor Carlos recordó que en la Iglesia del Señor todos somos importantes y nadie está de sobra. «Todos valemos, como dice el Papa Francisco, todos, todos, todos… «

El sueño del Papa es el sueño de Jesús. Una Iglesia sinodal, una Iglesia que camina junto a su pueblo y que va en el camino difícil y sinuoso de la historia y de los problemas.

Cardenal Castillo escucha las palabras de agradecimiento de los jóvenes de San Lázaro.

El andar de un arzobispo como Carlos Castillo puede ser impredecible. Conocer la agenda de sus actividades es un verdadero desafío: siempre se guarda una sorpresa y no se lo cuenta a nadie. Eso fue lo que ocurrió el 25 de diciembre, día de Navidad, cuando llegó inesperadamente al «Almuerzo de Navidad» que organiza cada año la Comunidad de San’t Egidio Perú y la Parroquia San Lázaro.

«Vino hacia el mediodía, entró y todos se sorprendieron. Dirigió unas palabras, bendijo los alimentos y tuvo el detalle de pasar a saludar uno por uno a los pobres. Todos estaban muy felices», contó el Padre Frederic Comalat, párroco de la comunidad. Los pobres a los que hace referencia el Padre Comalat son conocidos como «amigos de la calle», personas sin hogar y en situación de calle que pernoctan en el corazón de la capital limeña. Ellos fueron los invitados de honor del almuerzo del 25 de diciembre, convirtiendo el templo de San Lázaro en un espacio para compartir el pan. Y, entre los voluntarios, laicos, sacerdotes y pobres, un arzobispo ‘travieso’ intentó, sin éxito, pasar desapercibido.

Cardenal Castillo bendice a los invitados del «Almuerzo de Navidad», convocado por la Comunidad de San’t Egidio y la Parroquia San Lázaro.

Los gestos de Monseñor Carlos no son nada nuevo ni extraordinario, son reflejo de la Iglesia andante de estos últimos años, de esos «pies descalzos» que el Papa Francisco insiste. A puertas de empezar un Año Jubilar, convendría recordar las palabras que el recién creado Cardenal Castillo ha dejado en su encuentro con las comunidades parroquiales, los jóvenes, los niños y los pobres:

Esta Iglesia Sinodal que estamos creando en todo el mundo, producto de muchos signos de reflexión, son expresión de que la Iglesia puede ser relevante si aprende a encontrar la armonía entre todos. El servicio es una suscitación poética que nos invita a armonizarnos entre todos. Tenemos que bailar con nuestro pueblo y entonar el canto que nos llevará a la armonía entre peruanos.

«Almuerzo de Navidad» en la Iglesia San Lázaro, Rímac.

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