Natividad del Señor: Fuente de esperanza para la humanidad
Acompañado de un grupo de niños, el Cardenal Carlos Castillo ofició la Misa por la Natividad del Señor en Catedral de Lima. En su homilía, el Prelado explicó que el nacimiento del Niño Dios es fuente de esperanza para la humanidad que nos llama a encontrar soluciones germinales. Parte de nuestra misión es aprender a encontrar al Señor que se esconde entre los indefensos de la historia.
«Venimos a recogernos en este momento de oración para ir entrando en este camino del Año Jubilar, que implica volver al fundamento, al Evangelio, para gustar y saborear el misterio de la entrega de Jesús por nuestra humanidad», con estas palabras, el arzobispo de Lima reiteró la importancia de vivir la Navidad con «la hondura necesaria para abrir nuestra fe, nuestra caridad y esperanza».
El cardenal Castillo recordó que Jesús nació en un día de censo, lo cual era difícil y tremendo para los pobres. Este gesto es de suma importancia porque reafirma que el Señor «vive en los avatares de las dificultades de los pobres». Por eso, aunque la desilusión y la desesperanza nos aturde, siempre debemos recordar que hay algo más grande que puede llegar y generar esperanza.
El Monseñor sostuvo que el Señor nos convoca a una «esperanza esperante», capaz de ver más allá de lo inmediato para encontrar el impulso y el aliento que nos ayude a salir de las complejas situaciones que venimos afrontando.
Qué cosa es la medida y el cálculo del ser humano si no está anteriormente asistido por la intuición del amor gratuito. El mundo actual está olvidando la belleza del arte, la música y la literatura. Y todo ello es una expresión del valor de nuestra diversidad
¿Por qué se suscita desde un pequeño la presencia de Dios? «Porque los pequeños siempre son el margen de la historia», reflexionó el obispo de Lima. La llegada del Niño Jesús – añadió – hace posible que seamos reengendrados. Eso lo podemos ver con todas las iniciativas de nuestro pueblo sufriente y sencillo, que nos deben interpelar profundamente para saber acompañar y escuchar al mundo, no a condenarlo.
«Dios envió a Jesús como la esperanza que no defrauda», manifestó el Primado del Perú. Por lo tanto, nosotros estamos llamados a no abandonar esa capacidad de «ir abriendo brecha para que los problemas que tenemos encuentren salidas». Ello supone mirar cara a cara la realidad y superar el «estancamiento de una sola forma de ser Iglesia que impide la diversificación».
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