«Una teología hecha por mujeres es aquella que sí se deja inspirar por el feminismo»
El pasado 17 de febrero, el papa Francisco nombró a los nuevos consultores de la Secretaría General del Sínodo. Entre ellos, se encuentra la profesora del Departamento de Teología PUCP, la Dra. Birgit Weiler MMS (Hermanas Misioneras Médicas). PuntoEdu conversó con ella sobre su vida, carrera y esta importante designación.
Texto: Eduardo Dávila
Foto: Renato Pajuelo
La hermana Birgit Weiler recuerda con facilidad sus días en el colegio. Con un sutil acento alemán, nos cuenta que en su último año tuvo dos profesores que le permitieron abrir mente y corazón para apreciar todo tipo de vida, no solamente la humana. ¿Cómo lo hicieron? «Estudiando el ojo de una abeja por meses. Qué maravilla aquel pequeño cuerpo y qué maravilla grande es el ojo de esta», nos termina de relatar. Ella piensa que, gracias a eso, le inculcaron el aprecio profundo por todos y todo, y a no perder la sensación de asombro.
¿Qué dirían esos mismos profesores si se hubiesen enterado que aquella alumna anduvo maravillada por la selva peruana? En ese escenario, pobladores indígenas le enseñaron a caminar por el bosque, a qué se tenía que prestar atención, y a distinguir plantas y animales. Ella nos dice que ha traído, desde su hogar, ese amor «por la tierra, por las plantas, por los animales. Con mi papá, trabajé en la pequeña huerta que teníamos detrás de la casa».
Muchos años después, la hermana Birgit Weiler puede decir que ha viajado mucho alrededor del mundo: la India, Venezuela, Perú y muchos países más. En cada uno de sus viajes, ella ha sabido apreciar la vida humana, la flora y fauna. Su inclinación por la vida y Dios la ha llevado a cuidar y crear comunidades, abogar por los necesitados, y dedicarse a la enseñanza. Ahora, se embarca en un nuevo proyecto: ser consultora de la Secretaría General del Sínodo.
Una teología hecha por mujeres busca que las mujeres recuperen su dignidad, y que tanto hombres y mujeres busquen el respeto y que no sufran violencia».
Por el camino de la solidaridad
Nacida en 1958, en la bella ciudad de Diusburg, junto a la confluencia de los ríos Rin y Ruhr, la joven Birgit Weiler iba a un colegio llevado por la Iglesia, aunque con espíritu abierto. Ella nos relata que, «en los dos últimos años, hubo una oferta para quienes se sentían vinculados a la religión, con la fe cristiana». Por esa época, conoció a las Hermanas Misioneras Médicas, quienes hacían diversas actividades, entre donaciones, para poder ayudar a las personas que más lo necesitaban alrededor del mundo. Entre sus actividades, realizaban Caminatas de la solidaridad, en las que se desplazaban varios kilómetros para llegar a una meta y ayudar a los más necesitados.
La congregación de las Hermanas Misioneras Médicas la ha llevado por la India, donde aprendió sobre el budismo y el islam. Después de eso, su vocación la llevó por Venezuela, específicamente a Maracaibo, desde 1987 hasta 1988. Allí, ayudó a las comunidades más pobres a poder seguir adelante y dio reforzamiento escolar para los jóvenes.
La hermana Birgit Weiler en reunión con miembros de la pastoral en la parroquia Cristo Obrero del barrio Miraflores, Arequipa (1990). Foto: Archivo personal.
Desde 1988 se ha se establecido en nuestro país. El primer lugar al que llegó fue Arequipa. Ella quedó maravillada con el paisaje arequipeño y por poder conocer, de primera mano, a las comunidades autóctonas del Perú. Afuera de la Ciudad Blanca, en los pueblos al pie del Misti, hizo sus actividades comunitarias por dos años. «La vista del Misti cuando tenía su capa de hielo y atrás el cielo azul, para mí, fue fascinante. Siempre cuando empezaba la época de lluvia, de repente, el desierto empezaba a florecer. En las faldas del volcán, todo empezaba a florecer», recuerda la hermana Birgit Weiler sobre sus primeros años en nuestro país.
Fue por esa época que fue invitada a enseñar teología en el Instituto Superior de Estudios Teológicos (ISET) en Lima. Si bien su agenda empezaba a estar apretada, eso no hizo que se aleje de su trabajo comunitario. La hermana Birgit es una fiel defensora de la Amazonía, de cuidar la vida de las personas que viven en ella. Además, sigue las enseñanzas del papa Francisco por el cuidado de la Casa común. Hay que mencionar que ella ayudó a fundar una comunidad en el Callao, donde ha hecho trabajo pastoral con mujeres, catequesis para jóvenes, además de ayudarlos a salir de las pandillas. La comunidad de Bocanegra se queda siempre en su corazón.
Birgit Weiler con alumnas del Instituto Superior de Estudios Teológicos (ISET) en Lima. Foto: archivo personal
Birgit Weiler, entre el Sínodo y la docencia
En febrero de este año, se supo que la hermana iba a ser parte de la Secretaría General del Sínodo, como consultora. La Secretaría tiene la tarea principal de preparar los sínodos de todos los obispos del mundo. Ella nos cuenta que «este secretariado tiene que formar equipos y comisiones, y después ver el proceso y la realización del sínodo. Este lo ven junto con el Papa y el tema de este sínodo es la sinodalidad». Cuando le preguntamos cómo se sentía, nos dijo que tenía una profunda gratitud por la confianza y también mucha alegría de poder contribuir en esta tarea. Por el momento, no sabe cuál será su función, pero que eso se verá cuando el grupo se conozca y expliquen cómo se va a perfilar su colaboración.
Por otro lado, la hermana es profesora de nuestra Universidad desde hace cuatro años. Su visión de la teología es interdisciplinaria e intercultural, además impulsa «una teología en sus diferentes ramas, que busca aportar al mundo académico en la búsqueda soluciones para los problemas y retos que se nos presentan hoy».
La hermana Birgit Weiler enseña en la PUCP hace 4 años. En la foto, podemos apreciarla junto a nuestro Gran Canciller PUCP, cardenal Pedro Barreto S.J., y la Dra. Silvana Vargas, quienes comentaron el informe de síntesis del último sínodo convocado por el papa Francisco.
Después de visitar el CAPU, nos volvimos a sentar con ella y hablamos sobre el rol de la mujer en la teología. La hermana Birgit habló sobre la teología feminista, «una teología hecha por mujeres es aquella que sí se deja inspirar por el feminismo, pero uno muy elevado, desde la ciencia, la cultura y las ciencias políticas, y busca que las mujeres recuperen su dignidad, y que tanto hombres y mujeres busquen el respeto y que no sufran violencia». Agrega, además, que esta teología hecha por mujeres intenta decir que hay que escuchar mucho a la gente, de lo que percibe y que hay que fortalecerla en la Iglesia, y es parte del camino sinodal.
Mientras terminamos el café que nos ofreció al inicio de nuestra conversación, hablamos de sus colegas y de lo que hace en sus tiempos libres. Recordó con mucho cariño al recientemente fallecido R.P Luis Felipe Zegarra y la larga amistad que tuvieron al trabajar con las comunidades del Callao. Ya más relajada nos comentó que en su tiempo libre «le encanta escuchar música como la del Perú y de Latinoamérica en su gran diversidad, y también la clásica». Aprendimos que le gusta ver arte y leer mucho, sobre todo, temas científicos y sociales, y también a Julio Ramón Ribeyro. En la actualidad, está leyendo un libro de la científica indígena Robin Wall Kimmerer del pueblo originario de los Potawatomi, tiene el título Braiding sweetgrass. Indigenous wisdom, scientific knowledge and the Teaching of Plants, cuyo título en castellano es Una trenza de hierba sagrada.
A la hora de despedirnos, la felicitamos otra vez por la designación y prometemos volver a hablar con ella. A lo lejos, por el Tontódromo aparecen los cachimbos que acaban de ingresar, los mira y nos dice: «Desde ahora, la Universidad va a ser un pequeño laboratorio para ellos, de cómo podría ser el Perú».
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